domingo, 12 de agosto de 2012

Duelo #10035

Botellas de vidrio sumergidas en el agua
lavandina y detergente.
Un millón de pibes necios esperando que alguien les diga
Vamos por un helado. Nacidos esperando
que todo se caiga hoy
ya mismo
y no haga daño y no haga ruido,
no se rompa ningún extremo.
La piel tira porque el sol está cerca, 

fregar quema los nudillos en los puños de las manos.
Aquí me tienes, abominable y fija,
no me gastaré. Todavía
no se han cerrado los huecos de mis lóbulos y tal vez coloque ahí
algún pendiente, o lo deje para mañana;
pondré a San Expedito sin cabeza, junto a la ventana
de mi habitación, cuando tenga una,
sin maletas.
El humor acuoso no consigue hacer contacto con la dama del/ futuro. En cambio, junto a la barranca, crecen lianas y está/ la abuela. Buceo en una bahía de piedras negras
y no conozco el encierro porque siempre hay otra puerta.
Déjame salir, tú, pereza, descuento, suspenso...
Atrás está -si consigo darme vuelta- el proyecto de luz platina
tejido de organza y quietud.
Tamborilea con los dedos la máquina simple.
Enrosca en sus labios cabellos
de acero.
No teme volcar el tintero
y termina el cuento.