lunes, 28 de diciembre de 2009

Prólogo

Ya tiene rato que Al Gore se ganaba a las audiencias del mundo con su documental sobre el calentamiento global. Nunca jamás había conocido una actitud más omnipotente que ésta en la que se ponen las personas cuando afirman que "Estamos destruyendo el mundo". Lo he escuchado tanto últimamente que me parece poder ver cómo un desvarío de algún megalómano de pronto se convirtió en una serie arrasadora de pruebas irrefutables filmadas en HQ y una histeria colectiva honestamente muy boluda de grupos desinformándose los unos a los otros. Y todo alrededor nuestro está contaminado por hordas de gente estúpida con un poquito de poder generando pánico entre la otra parte de la población que es tan estúpida como ellos.
Si enciendes la tele, lees la prensa, deambulas en internet o intentas realizar alguna acción a traves de la cual busques encontrar recorrer un poco la cortina de tu propio oscurantismo sobre la situación actual del mundo, lo único por encontrar es un licuado en el que se combinan el colmo de la decadencia hippie, un new age intervenido por la física cuántica y el combo de dirigentes políticos mas freak de toda la historia.

1.- Roberto Micheletti, Michelle Bachelet, Cristina Kirchner, Evo Morales, Hugo Chávez, Felipe Calderón, todos ellos presidentes de las naciones que más han dado de qué hablar durante los últimos años en Latinoamérica, son cazafortunas enfundados en los disfraces más diversos y temibles. Si Darth Vader se sentara a tomar el desayuno con ellos, haría quedar a George Lucas como un creador de villanos de cuarta. Tal vez muera sin dejar rastro a causa de lo que voy a decir a continuación, pero en esa mesa a la que Vader ni siquiera está invitado, la mayoría ordena largas líneas de coca para abrir el apetito y no hace falta ser un gran terapeuta sistémico para mirar a los ojos de los comensales y darse cuenta de que les faltan algunas canicas en el frasco. Las tres maneras en las que Aristóteles alcanzó a predecir que se degradarían y corromperían los regímenes políticos parecen piropos si analizamos las condiciones económicas, sociales y culturales en las que se encuentran los pueblos gobernados por los personajes del circo. Un neo nazi centroamericano, una Isabel Allende resentida, un injerto de Moria Cazán y Mirta Legrand que se cree Evita, un mestizo que utiliza las raíces de su cultura para meterle el dedo a su propio pueblo, un soldado raso carente de moral embravecido por la merca y un junior neoliberal del Opus Dei que en su plan Telcel tiene llamadas ilimitadas a los jefes de los cárteles y se manda mensajes de texto con sus amigos pedófilos tratantes de blancas. OMG!!!! La frikipedia con todo y notas al pie.

2.- Hace un par de semanas caí en la trampa y me chuté 2012 con John Cusack. Anoche la rematé con un documental del History Channel acerca de Nostradamus/el calendario maya/ el 2012, esos tres temas meneados aleatoriamente en un gran sinsentido de "ciencia" e interpretaciones piñata. A la película no vale la pena dirigirle más tiempo que ninguno y al escribir esto mismo ya siento que mientras lo hago ya perdí una parte valiosa de mi vida. Respecto al pseudo documental (no tiene ninguna cualidad que le merezca ese nombre) sólo entendí que un señor que vivía en la época de la inquisición quizá escribió un libro que quizá se encontró recientemente en el que figuran siete dibujos que quizá tengan algo que ver con lo que una serie de locos esquizoides han interpretado que quizá la cosmogonía maya hubiera contemplado que quizá en el año 2012 habría quizá una modificación en el curso del desarrollo de la propia cultura maya, suceso al que todos se quiren sumar sin comprender en absoluto que cuando los Mayas crearon una mitología y una línea del tiempo lo hicieron pensando en su propia cultura y ninguno de nosotros tiene vela en ese entierro a menos que viviéramos en el territorio conformado por la antigua Mesoamérica, lleváramos apellido Balam, Dzul o Can y hubiésemos nacido mayahablantes. Queridos míos, güeros del mundo titulados Doctores por universidades extranjeras permítanme decirles un secreto: ningún sacerdote ni astrónomo maya pensó jamás en ninguno de ustedes, pelotudos egocéntricos. Cuando uno de esos hippies Dr. en no sé qué madres habla de la desaparición del pueblo maya dan ganas de putear a los cuatro vientos. Los mayas ahí están. Hay al menos un millón trescientas mil personas que conforman el pueblo maya actualmente. ¿Desaparecieron?. ¿Acaso hay algún pendejo que se atreva a decir que los egipcios desaparecieron sólo porque no hay unos señores con tocados chistosos sembrando trigo en los alrededores de la Esfinge?. Chale man. Y además cuando se habla de los mayas en ese tipo de documentos andrajosos siempre aparecen unos re-enactments de actores morenitos con penachos de utilería y líneas de color azul pintadas en la cara, como si no pudieran irse a Quintana Roo y sentarse en una plaza durante quince minutos y pedirle a al Sr. Balam y a su familia si les permiten hacer una toma de ellos para ilustrar al pueblo maya en el History Channel. Ah y por si fuera poco siempre hay alguien "salvajemente" decapitado para ofrecérselo a los dioses. Es verdaderamente críptico que vivamos en la era de las comunicaciones y haya culiados que se atrevan a hacer afirmaciones de ese estilo. Ya quisiera que charlaran diez minutos con algún miembro de la comunidad maya y le pregunten lo que piensa acerca de la pelicula de Mel Gibson, o bien del famoso fin del mundo. El pueblo maya ha atravesado por numerosas etapas en la una línea del tiempo histórica trazada, como en cualquier cultura, por períodos de acomodo, esplendor y decadencia y en cuyo curso el año 2012 significa el término de una etapa y el inicio de otra. Punto. Nada se esconde detrás de esas cosas, inmundos fans de la mamada... nada.

3.- ¿Y qué me dicen del furor autosugestivo producido por Rhonda Byrne? Eso sí que es un secreto: Una señora que no se ha hartado de escuchar Enya, de decolorarse el pelo y peinárselo con secadora y spray o usar hombreras, que de hacer programas de radio y leer un libro de Stephen Hawking resultó la gurú de todas las mamás de mis coetáneos. ¿Es que cuesta más barato un ejemplar de El secreto que uno del Tao Te King? No. ¿Entonces? ¿Quién le dio a esa mujer el título de filósofa? Ahora resulta que un escritor de bestsellers de autoayuda es un gran filósofo. Autoayúdense por favor.
¿Y Ronald Hubbard? Un beatnik frustrado porque su imaginación nunca le dio para contar una historia y lo único que pudo hacer es compilar su gusto por la ciencia ficción y su síndrome post traumático en un libro de reglas. Si Hubbard hubiera tenido un poco más de amor propio tal vez hoy sería considerado uno de los escritores de ciencia ficción más chingones del siglo veinte, por lograr que su obra literaria se convirtiera en una secta, y Philip K. Dick se hubiera rascado la cabeza en su escritorio contemplando un ejemplar del Libro uno preguntándose cómo ese hijo de perra enloquecido por la guerra logró burlar al mundo entero. Pero resulta que no es ni broma ni cuento; al tipo se le zafó la chaveta y ahora hay no sé cuántos millones de personas en el mundo sometiéndose a sus leyes y perdiendo el tiempo de su vida en recrear durante muchas horas al día lo doloroso que es ser un ser humano. Me muero de miedo chicos.

4.- Y nosotros aquí. Contemplando a guevo todo esto. Resulta que sin haberle dedicado voluntariamente ni un solo segundo de mi tiempo a la materia, llevo en mi cabeza datos, nombres, chismes. Tantos que me dan ganas de vomitar. Madonna se divorció, no sólo eso sino que poseo tatuada en mi mente una polaroid de su entrepierna que a pesar de las sentadillas ya no está como para que la ande mostrando. No sé. Snoop Dogg es director de películas porno, por ejemplo. ¿Cuándo me enteré de eso? ¿Quién me lo dijo y por qué? Si lo leí en algún lado, ¿En qué tipo de pulbicación se discute sobre esas cosas? ¡Ricardo Fort! ¡Conozco su cara! ¡La gente habla de él! ¡Está en la portada de una revista! y todos los días, esperando el trole lo veo con su cara deforme y su cuerpo anabólico y no sé cómo sacármelo de encima. Y no me importa pero resulta que ahora mismo estoy hablando de él y no me interesa pero ocupa un espacio de mi cerebro. Ahí tienen, escritores de ciencia ficción, una verdadera trama de agonía y desesperación. ¿Qué haremos con todo esto? ¿Quedará lugar después en nuestras almas como para acomodar lo que verdaderamente importe? ¿O seremos cada uno un terabyte de la gran base de datos de la frikipedia y los tesoros que la vida nos regale nos pasarán inadvertidos?

Simplemente hay veces que me siento a escribir, que debería parecerse a meditar, y lo único que hallo es ese manantial inagotable de mierda humana que en algún momento de la historia comenzó a convertirse en lo suceptible de ser contado, publicado, filmado, fotografiado, debatido. Quisiera saber cómo pasó esto. Tal parece que conforme el tiempo transcurra, cada vez va a ser más difícil hallar tesoros y ni hablar de crearlos. Ojalá con el advenimiento del fin del mundo todos esos pajeros se metan un tiro entre ceja y ceja. Ojalá que si hay algo de cierto en que empieza una etapa nueva sea una en la que haya un poquito más de noción de los valores humanos. Pero tal parece que no va a ser así. Que lo nuevo, queridos míos, no sé qué nombre le vamos a poner, en la década que nos espera ese será el desafío: lograr acercarse a lo sublime mientras el mundo se vuelve un sitio cada vez más vulgar.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Epígrafe

Los días de nuestro calendario gregoriano se vuelven cada vez más largos y las noches son claras. Orión brilla tanto que el mismo Zeus, si pudiera verlo desde aquí, lo envidiaría y al mirar la Cruz del Sur me parece como si fuera yo quien estuviera parada justo en la intersección de los puntos cardinales. Así, también están los días en los que no encontraría nadie más pendejo que yo sobre la tierra ni buscando entre los que intentan emprender el vuelo prendidos de la cola de un papalote. Fray Servando en El mundo alucinante visita un lugar guiado por un príncipe. A veces uno sólo está de viaje y camina entre los poetas y las orgías intentando que nada le perturbe. Pero cuando te despiertas el viaje ya está hecho y una cosmogonía tan nítida es imposible de olvidar.

Dentro de tres meses cumplo veinticinco años. Veinticinco es un tratado completo de semiótica. Apenas ahora se me ocurre pensar que a lo mejor había cosas que hacer antes de que eso sucediera. Cuáles no sé; tampoco es cuestión de vivir insatisfecho. Y mientras me percataba de algo que termina, escribí el título en esta hoja en blanco.

Estamos en diciembre y soy de esas personas tan retro que conservo la necesidad de escoger este momento en el tiempo para hacer una recapitulación. El 2009 ha sido probablemente el año en que más horas he pasado durmiendo y en que menos horas he trabajado. Ignoro también si en todas esas horas de sueño me acurrucaba mirando hacia la pared buscando olvidarme de los cíclopes tendidos a mi derecha o en realidad los otros son un reflejo tan bello y perfecto de nosotros mismos que al contemplarlos con luz de sala la materia se nos hace náusea y quisiéramos ser sólo alma y descansarnos del quehacer tan fatigoso de tenernos sólo a nosotros mismos, único hecho para el cuál el albedrío no conduce hacia ninguna dirección.

No es que esté cansada: es muy fácil apresar mis propias nociones ingenuas entre el pulgar y el índice y aplastarlas como a una polilla. Y si alguna vez dije estar cansada de algo hoy puedo acudir a la vulgaridad de la entropía: No estoy cansada.

Podría pronunciar el discurso del héroe mediocre porque la esperanza es un boomerang lanzado con furia para que se estrelle en el parabrisas del horizonte: le has gritado a Dios que se vaya a la mierda y te has secado las lágrimas con un kleenex, con un pañuelo, con el trapo de la cocina, con la toalla en la que te tiendes a tomar sol, hasta que de tanto llorar te sale sangre por la nariz. Y metiste todo en una bolsa y la pusiste en un estante para que no perderla hasta que un día dijiste.- Basta de guardar esta basura-. Y le hiciste un nudo y la metiste en la caldera y permaneciste detrás del vidrio mirando cómo se incineraba. Después juntas las cenizas con una pala y las metes en una urna hasta que un día pasas por el comedor y te preguntas qué carajos hace un frasco con polvo arriba de mi linda chimenea y lo coges con las dos manos, te pones el impermeable y agarras un taxi. Lléveme lejos. Una vez ahí caminas hasta la mitad de un puente bajo el que corre un río revuelto de fuerza y agua dulce, quitas la tapa y tiras las cenizas. El viento las teje en el aire y después caen, se mojan y se las bebe el agua. La urna también la arrojas y se revienta en el fondo del río. Se acabó. Las nubes negras del Oeste que siempre te pareció estaban lejos, ahora están justo arriba de tu cabeza y de pronto llueve.

Todo eso pasó y vas caminando despacito hacia alguna avenida cuando un objeto sólido te golpea en la nuca. Varios días después brincas de la cama de la sala de recuperación sin entender cómo llegaste hasta ahí y cuando recuerdas todo y tu respiración se calma ves que en la mesita de luz está esa enorme pieza de madera que una vez alguien te dijo que no perdieras nunca.


Quién sabe si uno alguna vez comprende que no importa cuántas veces creas haberte deshecho totalmente de tu propia pulsión de vida, mientras no te decidas a pegarte un tiro en la cabeza, un día vas a descubrir que está otra vez ahí.

Y el héroe, mitad ternura mitad absurdo, que se sube al podio para intentar decir algo con el boomerang bajo el brazo, no encuentra ni una sola palabra que valga la pena de ser enunciada. Porque la gente de su pueblo en verdad es una casa vacía, parecida a la de todos los otros héroes, habitada únicamente por él, quien; cualquiera que haya sido la proeza; entiende que no es menos o más grande que otras porque todos tenemos una vida.

A veces releo las líneas que escribo y les encuentro parientes de libro de autoayuda. Cuando las moralejas están implícitas no hace falta ponerlas en ningún lado y si además carecen de trasfondo moral incluso dejan de ser aquello que son.

Y así empieza cada historia, con alguien que ya sabe algo, que va a olvidarlo para luego acordarse de que lo sabía y preguntarse si en realidad es posible trazar el camino como una línea recta o el principio (que siempre parece un final) en realidad es lo único susceptible de suceder.


* Gracias a Jose por regalarme el capricho de la esperanza.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Montaigne

De los mentirosos

No hay ningún hombre más desacertado que yo para hablar de memoria, pues es tan escasa la que tengo que no creo que haya en el mundo nadie a quien falte más que a mí esta facultad. Todas las demás son en mí viles y comunes, pero en cuanto a memoria me creo un ente singular y raro digno de ganar reputación y nombradía. Además de la falta natural que experimento (en verdad vista su necesidad Platón hace bien en nombrarla diosa grande y poderosa) si en mi país quieren señalar a un hombre falto de sentido, dicen de él que no tiene memoria; cuando me quejo de la falta de la mía me reprenden y no quieren creerme, como si me acusara, de falta de sensatez: no establecen distinción alguna entre memoria y entendimiento, lo cual agrava mi situación, pero no me perjudica, pues por experiencia se ve que las memorias excelentes suelen acompañar a los juicios débiles. Equivócanse también no haciéndome justicia, en el respecto siguiente: quien como yo no sabe hacer bien nada, aparte de ser excelente amigo, ve que para ellos las mismas palabras que acusan mi enfermedad representan la ingratitud; forman idea de mi afección por mi memoria, y de un defecto natural hacen un defecto de conciencia: «Olvidó, dicen, esta súplica o esta promesa; no se acuerda de sus amigos; no se ha acordado de decir, hacer o callar esto o aquello por la estimación que me tiene.» A la verdad, yo puedo fácilmente olvidar, pero dejar de cuidarme del encargo que un amigo me ha confiado, no lo hago nunca. Que se disimule, pues, mi defecto, sin hacerlo consistir en malicia y mucho menos en una malicia que se opone abiertamente a mi carácter. Algo me sirve de consuelo en esta falta de memoria el convencimiento de que es un mal de que me valgo para corregir otro peor, que fácilmente hubiera germinado en mí y el cual es la ambición, pues no puede soportar la falta de memoria quien está sumido en los negocios del mundo. Como rezan varios ejemplos semejantes del progreso de la naturaleza, la ausencia de memoria ha fortificado en mí otras facultades a medida que ésa me ha faltado; de tener buena -23- memoria fácilmente seguiría las huellas ajenas, mi espíritu languidecería por no ejercer sus propias facultades, como suele hacer casi todo el mundo, que se sirve de las extrañas opiniones por tenerlas presentes en la mente; mi discurso por la misma razón tampoco es muy extenso ni dilatado, pues sólo merced a la memoria se almacenan las especies que el juicio no procura. Si me hallara favorecido por tal facultad hubiera ensordecido a mis amigos con mi charla; los asuntos, al despertar en mí la facultad que yo poseo de manejarlos y emplearlos, alargarían en demasía mis disertaciones. Es cosa lamentable, yo lo veo por algunos de mis amigos, a medida que la memoria les representa el caso de que hablan por todas sus fases, retroceden en su narración, cargándola con tan inútiles detalles, que si lo que refieren es interesante, ahogan todo el interés; y si no lo es, hay tanta razón para maldecir de su feliz memoria como de su juicio desdichado. Es cosa harto difícil cerrar una relación y cortarla una vez que se ha comenzado; nada hay que mejor pruebe la fuerza de un caballo que el que se pare neto y en redondo. Aun entre las personas dotadas de tacto veo muchas que quieren y no pueden apartarse ele la carrera emprendida, mientras buscan el punto para cerrar el paso: marchan faramalleando y arrastrándose como hombres que sucumben de debilidad. Sobre todo son peligrosos los viejos en quienes permanece vivo el recuerdo de las cosas pasadas y que perdieron la memoria de sus repeticiones. He visto relaciones muy agradables convertirse en aburridas en la boca de un anciano, porque cada uno de los circunstantes las había oído cien veces por lo menos. La segunda ventaja de la falta de memoria consiste en recordar menos las ofensas recibidas; como decía Cicerón, para ello sería menester un protocolo. Darío, para no echar en olvido la ofensa que había recibido de los atenienses, hacía que un paje le repitiera al oído tres veces, siempre que se sentaba a la mesa: «Señor, acordaos de los atenienses.» Además, los lugares y libros que veo por segunda o tercera vez, se me ofrecen siempre como una novedad. No sin razón se dice que quien no se sienta fuerte de memoria debe apartarse de la mentira. Bien sé que los retóricos establecen diferencia entre mentir y decir mentira; aseguran que decir mentira es decir cosa falsa que se tomó por verdadera; y que la definición de la palabra mentir, en latín, de donde nuestra lengua la ha tomado, vale tanto como ir contra su conciencia, y que, por consiguiente, esto no se relaciona sino con los que dicen algo contrario a lo que saben, a los cuales me refiero. Ahora bien, éstos o lo inventan todo a su guisa, o alteran y trastornan aquello que es verdadero. Cuando cambian y desfiguran una cosa, al ponerla en su lugar un interlocutor, es difícil -24- que se desconcierten, en atención a que su idea, tal cual es, habiéndose acomodado primeramente en su memoria o impreso en ella por la vía del conocimiento y de la ciencia, es difícil que no se presente a imaginación desalojando la falsedad, que no puede tener el pie tan seguro ni asentado, y las circunstancias del primer aprendizaje, esparciéndose de diversas suertes en el espíritu, tampoco hacen perder el recuerdo de la parte falsa o bastarda. En aquellos otros que inventan fondo y forma, como no hay ninguna impresión contraria que choque a su falsedad, tanto menos semejan equivocarse. De todos modos acontece que, como la mentira es un cuerpo vano y sin fundamento escapa fácilmente a la memoria, si ésta no es fuerte y bien templada. De lo cual he tenido experiencia frecuente en casos graciosos ocurridos a expensas de los que forman constantemente el propósito de ser de la misma opinión de la persona a quien hablan, bien en los asuntos que negocian, bien por dar satisfacción a los grandes; pues estas circunstancias en las cuales quieren prescindir de su fe y de su conciencia, estando sujetas a cambios frecuentes, preciso es que sus palabras se diversifiquen a medida que ellas cambian, de donde resulta que tratándose de la misma cosa, unas veces dicen gris, otras amarillo a una persona de un modo, a otra de manera distinta. Y si por fortuna esta clase de hombres acomodan opiniones tan contrarias ¿en qué se convierte tan hermoso arte? ¡a más de que imprudentemente ellos mismos se desconciertan con tanta frecuencia! Porque, ¿de qué memoria no habrían menester para acordarse de tantas formas diversas como forjaron de un mismo asunto? En mi tiempo he visto envidiar a algunos esta clase de habilidad, los cuales no ven que si la reputación la acompaña, ésta carece de todo fundamento. Es a la verdad la mentira un vicio maldito. No somos hombres ni estamos ligados los unos a los otros más que por la palabra. Si conociéramos todo su horror y trascendencia, la perseguiríamos a sangre y fuego, con mucho mayor motivo que otros pecados. Yo creo que de ordinario se castiga a los muchachos sin causa justificada, por errores inocentes, y que se les atormenta por acciones irreflexivas que carecen de importancia y consecuencia. La mentira sola, y algo menos la testarudez, parécenme ser las faltas que debieran a todo trance combatirse: ambas cosas crecen con ellos, y desde que la lengua tomó esa falsa dirección, es peregrino el trabajo que cuesta y lo imposible que es llevarla a buen camino; por donde acontece que comúnmente vemos mentir a personas que por otros respectos son excelentes, las cuales no tienen inconveniente en incurrir en este vicio. Trabaja en mi casa un buen muchacho, sastre, a quien jamás oí decir verdad más que cuando le conviene. Si como la verdad, la mentira no tuviera más -25- que una cara, estaríamos mejor dispuestos para conocer aquélla, pues tomaríamos por cierto lo opuesto a lo que dijera el embustero mas el reverso de la verdad reviste cien mil figuras y se extiende por un campo indefinido. Los pitagóricos creen que el bien es cierto y limitado, el mal infinito e incierto. Mil caminos desvían del fin, uno solo conduce a él. No me determino a asegurar que yo fuera capaz para salir de un duro aprieto o de un peligro evidente y extremo, de emplear una descarada y solemne mentira. Plinio dice que nos encontramos más a gusto en compañía de un perro conocido que en la de un hombre cuya veracidad de lenguaje desconocemos. Ut externus alieno non sit homines vice96. El lenguaje falso es en efecto mucho menos sociable que el silencio. El rey Francisco I se alagaba de haber arrollado por medio de tales artes a Francisco Taverna, embajador de Francisco Sforza, duque de Milán. Era este legado hombre famosísimo en la ciencia de la charla, y había recibido de su señor la misión de disculparle a los ojos del monarca a causa de un suceso de importancia grave. El rey, para estar informado de las cosas de Italia, de donde había sido expulsado, incluso del ducado de Milán, decidió enviar cerca de Sforza un gentilhombre que le sirviera de hecho de embajador, pero que en apariencia simulara residir en el país por sus negocios -26- particulares, lo cual era posible fingir porque el poder del duque dependía más del emperador (sobre todo en aquella época en que preparaba el matrimonio con su sobrina, hija del rey de Dinamarca, que es al presente dueña de Lorena), y no podía descubrir, sin perjuicio de sus intereses, que tal personaje tuviera ninguna relación ni comunicación con nosotros. A esta comisión se prestó un caballero milanés, caballerizo de la casa real llamado Maravilla, quien, despachado con cartas secretas y particulares instrucciones como embajador, y llevando además otras de recomendación para el duque en favor de sus asuntos particulares, para cubrir las apariencias, permaneció tanto tiempo cerca de ese personaje, que habiéndolo advertido el emperador, disgustose por ello, lo cual a mi ver dio lugar a lo que sucedió después, y fue que, so pretexto de una muerte misteriosa, el duque mandó que le cortaran la cabeza de noche, habiendo el proceso durado sólo dos días. Francisco Taverna se encargó de tergiversar lo acontecido (el rey había reclamado a todos los príncipes de la cristiandad y al duque mismo), y en sus declaraciones relató mil patrañas, entre otras que su señor jamás consideró al muerto sino como gentilhombre privado y súbdito suyo, a quien habían llevado a Milán sus negocios particulares, añadiendo además que no sabía que perteneciera a la casa del soberano, ni mucho menos que fuera su representante. El rey a su vez, acorralándole con diversas objeciones y preguntas, y cercándole por todos lados, llevole por fin al punto de la ejecución, que se llevó a cabo como queda dicho, por la noche, y como a escondidas, a lo cual el pobre hombre, confundido por completo, respondió para echárselas de sencillote, que por respeto a su majestad, el duque no hubiera consentido que hubiese tenido lugar durante el día. Puede suponerse cómo fue cogido en la trampa, habiéndoselas con un hombre de tan aguzado olfato como Francisco I. El papa Julio II envió un embajador al rey de Inglaterra para impulsarle a la guerra contra el rey Francisco. Luego que fue conocida su misión, como el rey de Inglaterra insistiera en su respuesta sobre los obstáculos que veía para disponer los preparativos necesarios con que combatir a un soberano tan poderoso, el embajador replicó torpemente que él por su parte los había pesado también y se los había hecho presentes al papa. Por estas palabras, bien ajenas a su misión, que no era otra que la de empujarle desde luego a la lucha, el rey infirió lo que se corroboró después, o sea que el embajador, por designio propio, era un auxiliar de Francia. Advertido de ello el papa fuéronle confiscados todos los bienes y faltole poco para perder la vida.

* Tomado de www.cervantesvirtual.com aprieta el link para ver las notas al pie.